martes, 20 de noviembre de 2012

Los sonidos de las cacerolas

Aprovecho para dejar una nota de un economista que salió en Página 12 respecto a las demandas de aquellos grandes empresarios que agarran la cacerola con la derecha (nunca van a poder jugar al cacerolapelota como Vilas).

PD: 8N, 20N, 7D. Sugiero a todos dejar de importar términos (11S) y que nos quedemos con el viejo y querido sistema de nominación de fechas que, hasta donde sé, funciona 10 puntos. 8/11 20/11 7/12. Gracias.

El programa económico del 8N

Por Ricardo Aronskind *

La derecha argentina tiene un programa, que no hace explícito, pero que aparece en todas y cada una de sus declaraciones. Hemos realizado una recopilación de los puntos que permanentemente aparecen en el discurso de economistas, medios de comunicación y empresarios de derecha. Cuando se agrupan todas esas demandas aparece un cuadro dantesco, desconocido por la mayoría de los argentinos, y de los caceroleros. Ahora se entiende más por qué el núcleo social más hostil al Gobierno no hace pública su propuesta. De implementarse ese inconfesable programa, la vuelta al 2001-2002 sería inevitable. Vale la pena que todos sepamos qué cosas están en juego en el país y qué futuro le espera al país de darse una restauración neoliberal.

1. Libertad cambiaria
2. Libertad de precios
3. Libertad comercial
4. Eliminación de las distorsiones impositivas
5. Reducción de la carga fiscal
6. Reducción del gasto público
7. Reducción de la inflación
8. Arreglo con los acreedores externos
9. Acuerdos de libre comercio
10. Creación de clima de negocios

Traducción al castellano:
1. Venta libre de dólares baratos por parte del Estado hasta agotar las reservas, para todo uso. Resultado: incremento de la fuga de capitales provenientes de la evasión impositiva. Reaparición de la especulación cambiaria como actividad central de la economía. Si se terminan las reservas, megadevaluación y aumento generalizado de precios, con brusca caída salarial y aumento del desempleo. Enriquecimiento de los tenedores de dólares y empobrecimiento del país.
2. Eliminación de todo tipo de regulación, indicación o presión oficial para contener el alza de los precios. Resultado: alza generalizada de precios, por las dudas, y porque “todo sube”. Contracción de la demanda y de la actividad económica. Quiebra de pequeñas empresas.
3. Eliminación de toda restricción a las importaciones. Tiene que entrar de todo, incluidos productos suntuarios, para el sector ABC1. Apertura importadora “al mundo”. Resultado: si no alcanzan los dólares para importar productos imprescindibles, e insumos para la producción, o se reduce la producción, generando una recesión, o hay que pedir préstamos en el exterior. Comienza nuevamente el endeudamiento externo.
4. Reducción o eliminación de las retenciones. Eliminación del impuesto al cheque. Resultado: desfinanciamiento del Estado y ultra-rentabilidad para el sector agrario exportador. Si le faltan recursos al Estado, que reduzca el gasto público. Si eso genera recesión y desempleo, mejor, porque eso tranquiliza las presiones salariales. Mejoramiento del “clima de negocios”.
5. Bajar los impuestos a las ganancias, a la renta presunta, a los bienes personales y a la propiedad inmobiliaria. Resultado: más riqueza en manos de los ricos, menos ingresos para el Estado y, por lo tanto, menos capacidad de hacer políticas públicas. Si quiere seguir gastando, el Estado tendrá que pedir préstamos externos. Para conseguir esos préstamos, tendrá que arreglar con los fondos buitre y el Club de París. Los desembolsos que exigen reducirán fuertemente las reservas del Banco Central y volverán al Gobierno fácilmente presionable por los sectores financieros. Mejoramiento del “clima de negocios”.
6. Reducción del gasto público: corte drástico de subsidios a la energía y el transporte; reducción de los planes de obras públicas; congelamiento de las asignaciones universales por hijo y las jubilaciones. Despido de personal del Estado nacional, provincial y municipal. Resultado: brusco incremento de la pobreza, la indigencia y el desempleo. Fuerte aumento de la conflictividad social y la violencia. Contracción del mercado interno. Quiebras en el sector productivo y en la comercialización. Mejoramiento del “clima de negocios”.
7. Corte del crédito a la producción y el consumo y de la expansión monetaria. Incremento de la tasa de interés doméstica. Resultado: drástico desfinanciamiento del sector productivo y comercial. Caída de las ventas y contracción de la actividad económica. Recesión e incremento del desempleo. Se reduce modestamente, pero continúa, el aumento de precios. Mejoramiento del “clima de negocios”.
8. Se aceptan plenamente todos los reclamos de los acreedores del país, en las condiciones y plazos que establezcan. Resultado: drástica reducción de las reservas y estallido de corridas cambiarias y bancarias. Se vende el resto de las reservas sin poder frenar las corridas. Cierre y caída de bancos. Colapso de la actividad económica. Argentina es elogiada “en el mundo”. Devuelven la Fragata Libertad. Mejoramiento del “clima de negocios”.
9. Argentina firma un tratado de libre comercio unilateral con Estados Unidos, otro con la Unión Europea y otro con China. Resultado: desaparición de la industria nacional e incremento de la desocupación estructural al 30 por ciento de la población. Flexibilización laboral extrema para el resto. Se deteriora dramáticamente la seguridad en las grandes ciudades. Aumenta el gasto en seguridad privada. En los shoppings se consigue “de todo”. Argentina es elogiada “en el mundo”. Mejoramiento del “clima de negocios”.
10. El Gobierno acepta todas las peticiones de los empresarios locales y externos y de los organismos financieros internacionales. Desmantela los organismos de regulación y control y recibe sin condiciones toda inversión en el país. Elimina la restricción a la compra de tierras por parte de extranjeros. Libre remisión de utilidades. Resultado: incremento exponencial del lavado de dinero proveniente de actividades criminales de todo el planeta. Ingreso masivo de capital especulativo, que sirve para financiar la fuga de capitales y las remesas de utilidades del capital extranjero. Si algún dólar queda, sirve para incrementar el valor de la moneda local, favoreciendo las importaciones y deteriorando la capacidad exportadora. Inversión de firmas multinacionales en recursos naturales, que son exportados en bruto al resto del planeta. Argentina es elogiada “en el mundo”. Mejoramiento del “clima de negocios”.
* Economista, UNGS-UBA.
Fuente

lunes, 8 de octubre de 2012

Venezuela: Extraña dictadura y extraños demócratas.


"HUGO CHAVEZ es un DICTADOR. "Sin embargo, es un curioso dictador. Ganó 8 elecciones en cinco años. Y ahora, recientemente, se sometió a un referendum en el que preguntaba a los venezolanos si querían el modelo de Estado que él proponía. Es el único presidente de la historia de la humanidad en hacerlo. Y ganó con el 60%. Uno enciende la televisión venezolana y lo primero que ve es a miles de ''periodistas'' diciendo que en Venezuela no hay libertad de expresión. Uno enciende la radio venezolana y hay miles de ''periodistas'', analistas, opositores de Chavez, diciendo que allí no hay libertad de expresión. Y uno abre el diario venezolano y hay un título enorme que dice: AQUÍ NO HAY LIBERTAD DE EXPRESIÓN. En los últimos cinco años tan sólo un medio de comunicación ha sido clausurado. Pero no fue clausurado por el gobierno de Chavez, sino por estos ''democratas'' [la derecha venezolana, apoyada por las grandes empresas]. Extraña dictadura y extraños demócratas. Yo creo que en Venezuela hay un divorcio genial: el divorcio entre la realidad y la realidad virtual [lo que nos muestran en los medios].''

Eduardo Galeano


sábado, 15 de septiembre de 2012

No perder de vista el foco

Hola a todos!

A través de MDZonline pude leer esta nota de Facebook de la Asamblea Popular por el Agua en Facebook.  No conocía a la Asamblea --o la conocía y no la recordaba, lo que suele sucederme mucho- pero en su Facebook podemos encontrar muchas de las causas que creo sentimos todavía no están siendo atendidas como quisiéramos (Monsanto, Famatina, luchas de los pueblos originarios, y más). En la nota explican cómo, a pesar de tener causas para oponerse a la gestión, la marcha del 13 de septiembre simplemente no es la forma. Los invito a leer la nota, que será mucho más elocuente que yo.

Y de paso les cuento que yo fui a una marcha bastante reducida por Famatina que se hizo en Buenos Aires el verano pasado para ver qué onda. Me encontré con muchas banderas de Proyecto Sur (y varias otras de otros partidos) y cánticos anti-K en 9 de Julio y Corrientes. Me dieron ganas de irme, pero me quedé, porque el reclamo en sí me parecía justo, y si Proyecto Sur quería capitalizarlo, sería problema de las agrupaciones K por no asistir a la manifestación. Marchamos en nuestra humilde manifestación hasta la Casa de La Rioja, donde la oradora principal dedicó buena parte de su charla a agradecerle a TN y despotricar contra el gobierno nacional. En ese momento decidí que era el momento de irme. Sin quererlo, me di cuenta, mi presencia en esa marcha se estaba usando para desacreditar al gobierno.

Me pareció lamentable, ya que el de Famatina, como el de muchos otros sitios explotados de nuestro país, me parecía un reclamo válido, una oportunidad de ver cómo actuaba nuestro gobierno frente a la crisis ambiental global. La decisión de los manifestantes que viajaron específicamente desde Famatina para estar ese día de agradecer a TN le quitó legitimidad al reclamo. ¿Se puede vender el alma sólo porque el medio le dio exposición a tu reclamo? ¿Se puede marchar lado a lado junto a Macri, para poner un ejemplo burdo de gente cuya ideología no se comparte en ningún punto? ¿Se puede confiar en la espontaneidad de una marcha que se convoca semanas antes? ¿Si se fueran todos los que están, es acaso la alternativa algo mejor? (La única respuesta que encuentro yo a ésta última pregunta es NO)

Ojalá pudiéramos no vender nuestros ideales para mostrar nuestro descontento y, como dicen en la Asamblea, convertirlo en "participación y compromiso para mejorar y defender nuestros derechos".

(Para un futuro posteo medioambiental: por qué es incongruente pedir menos minería si seguimos comprando celulares :p)

Carola E.

 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Crónica del XV Encuentro Regional de Mujeres






Realizado el sábado 1º de septiembre, en la Escuela Nº 1 de Moreno, Domingo F. Sarmiento
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Camila Parodi
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Hace ya unos años que algunas mujeres del oeste del conurbano bonaerense empezaron a sacar esas lanas, hilos y retazos llenos de ideas, luchas y experiencias que venían ovillando solas para empezar a cruzarlos, desde el encuentro y el intercambio, en un único telar, un tejido intenso y rebelde, originado por la unidad de diversos puntos que cada mujer le iba entrelazando con sus manos a lo largo de los años. Conformándose de este modo la identidad de ese colorido telar, al cual se terminó por llamar Encuentro Regional de Mujeres.
Hoy, a veintiún años del comienzo de este tramado, nos vemos enredadas en una inmensa urdimbre de mujeres de muchos colores y texturas con las que a través de intercambios, cariños y construcciones colectivas festejamos el XV Encuentro Regional de Mujeres en Moreno.
Luego de meses de muchas charlas, debates y organización, el día del encuentro había llegado y recibía a las mujeres madrugadoras, con un cálido sol primaveral, las mismas que entre saludos se comenzaban a apropiar del espacio pegando coloridos carteles en las paredes, revolucionando aulas y musicalizando los patios de la escuela. Mientras empezaba la inscripción y las primeras mujeres circulaban, la feria de organizaciones y emprendedoras comenzaba a tomar color y poco a poco sus mesas se iban llenando de panfletos, fotos, banderas, comidas caseras y artesanías. Simultáneamente se iban enchufando y acomodando los miles de cables y equipos que harían resonar tanto adentro de la escuela, como afuera en la vereda con la radio abierta.
Y así sin forzarlo demasiado, entre mates, risas y aplausos se dio inicio al XV Encuentro, unas fraternas palabras de bienvenida que juntaron a todas las allí presentes, iniciaban el relato con las historias de aquellas primeras mujeres que  emprendieron esta instancia de enredos y encuentros y continuaron por contar cómo éstos a través de los años se fueron consolidando en una red cada vez más grande. Para finalizar se contextualizó con la realidad que atravesamos las mujeres en el presente con nuestras luchas y denuncias, desde las particularidades propias de este territorio, multiplicando y visibilizando así nuestros sentires y movilizaciones internas en una energía colectiva.
Posteriormente, se dio  lugar  a un momento de recreación con manifestaciones artísticas, músicas, comidas, mientras de fondo se escuchaban las múltiples voces de la radio que ni el sol del mediodía las hizo callar. El intercambio de abrazos y sonrisas fueron moneda corriente, las mujeres libres y despojadas de su cotidianeidad circularon por los distintos espacios a gusto, mientras en otro patio, funcionaba un espacio de recreación para niños y niñas, a cargo de compañeros de distintas organizaciones que decidieron hacerse cargo también de la crítica al patriarcado ocupando un lugar de acompañamiento y cuidado, siempre mal relacionado como rol femenino.
Entrando en las primeras horas de la tarde, se comenzaron a escuchar las invitaciones a seguir enredándose desde la palabra y la escucha en los distintos talleres que se llevarían a cabo, entre ellos mujer y sexualidad, maternidad, violencia hacia la mujer, estrategia para el aborto, bisexualidades, trabajo, vivienda, movimientos sociales, educación, iglesia y estado, feminismos, salud, comunicación, re-adultas, trabajo, economía social, maternidades, cuerpos, lesbianismos, adolescentes… todos con mucha concurrencia y participación. Aulas llenas, talleres desdoblados y patios ocupados por inmensas rondas de mujeres convirtieron así a los talleres en instancias muy enriquecedoras dando lugar a que las mujeres fueran protagonistas de su propia historia, poniéndole sus voces y experiencias a las distintas temáticas, llegando así desde el consenso a conclusiones que fueron puestas luego en común entre todos los talleres y a la vez consignas de lo que sería la marcha, donde entrelazadas una vez más desde el festejo y la alegría por el encuentro realizado, una cuadra de mujeres rompimos con el encierro, con lo íntimo y lo privado para hacer visible nuestra lucha con tambores, carteles y pintadas por las calles de Moreno.
Y así celebrando el encuentro vivenciado y pensándonos en próximos entramados donde continuemos tejiendo redes desde la diversidad, el respeto y la lucha por nuestros derechos, las mujeres del oeste nos despedimos bailando y cantando alegres y sin mordazas, una vez más no nos quedamos en casa.

http://revistafurias.com/actualidad/cronica-del-xv-encuentro-regional-de-mujeres

viernes, 7 de septiembre de 2012

Más x menos?


¿Ustedes sacrificarían nivel educativo para incluir más estudiantes en las escuelas? Antes que nada quiero aclarar a lo que me refiero con nivel educativo es a la cantidad de contenidos y el nivel de los mismos y NO a la CALIDAD de los mismos.
Si me toca contestar a mí esa pregunta mi respuesta sería (no con total seguridad), SI lo sacrificaría. Mi justificación? Pienso que de esta forma más chicos estarían incluidos y con permanencia constante en las escuelas. Prefiero 100 chicos con conocimientos básicos que 10 superpreparadas para la facultad. Me parece que es el momento de invertir en esto, para que paulatinamente el nivel de TODOS se incremente.
Este pensamiento se me generó al escuchar continuamente "la educación de hoy está cada vez peor", y está mal que cada vez este peor si como contracara cada vez hay más chicos que se educan?
La verdad es que no lo tengo muy claro, pero me gustaría escuchar distintas voces sobre esto.

Pablo Moro

lunes, 6 de agosto de 2012

CLAUSURA MINISTERIO DE CULTURA DE LA CIUDAD




Representantes de la cultura popular aseguran que no posee la debida “habilitación social”

SE CLAUSURÓ EL MINISTERIO DE CULTURA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Intentando demostrar lo paradójico de exigir “habilitación comercial” a centros culturales comunitarios y autogestivos, San Nicolás Social y Cultural, uno de estos tantos espacios, organizó este domingo una Inspección Popular al Ministerio de Cultura de la Ciudad, proponiendo redoblar la apuesta: entonces se exigió “habilitación social” a un Ministerio de Cultura impulsado por la lógica comercial.

Minutos después de las 15 hs del domingo 5 de agosto, de sobretodo marrón, gorro fedora, lupa y planilla anotadora en mano, subió al improvisado escenario montado sobre Av. de Mayo y Perú el inspector más perspicaz de la Ciudad de Buenos Aires:  “Buenas tardes a todos, hoy seremos colegas. Nos convoca aquí la tarea de verificar si el Ministerio de Cultura de la Ciudad posee la correspondiente habilitación social. Pero será esta una inspección distinta a las que los tradicionales inspectores caralargas nos tienen acostumbrados: esta es una inspección popular.” Más tarde, pasadas las horas, los bailes, los cantos, los aplausos y, también, los abucheos, fue aún más allá: “Esto no es una inspección, esto es una fiesta.”

“Si nos clausuran los espacios, los sacamos a la calle”, argumentaba una de las banderas que le puso condimento a la tarde de domingo céntrica, con una lógica implacable. La jornada musical arrancó con El Enrosque Cebrafante, mientras Ezequiel Quines y Momo Scacchi comenzaban a pintar un lienzo de 3x2m, que terminarían casi llegando a las siete de la tarde, atrayendo la mirada y los flashes de visitantes y transeúntes.

Pasaron también por el escenario el ensamble de tambores Aceto Balsámico, La Mazamorra, Mantra Pumba, Zabo & The Tutti Frutti Orchestra y Contransporte, transformando la inspección en un festival, con el representante de los inspectores populares oficiando de presentador e informante de las falencias en la política cultural macrista.
No faltaron menciones al cierre de talleres del Programa Cultural en Barrios, la falta de pago a sus docentes, con posterior tomada de pelos, compensándolos mediante invitación a participar de los castings para Cantando por un Sueño. También se pusieron en cuestionamiento las facilidades para evadir a la Agencia Gubernamental de Control que poseen los burdeles, bastante llamativas considerando la sistemática política de clausura que sufren los centros culturales en manos de la misma agencia. Pero lo que terminó de definir la inspección popular fue la cesión de 160 mil m² de espacio público de forma gratuita a una empresa privada que explotará el Parque de la Ciudad montando un festival con fines lucrativos, sin pagar un sólo centavo. No sólo eso: el Gobierno de la Ciudad será el encargado de adecuar la infraestructura, lo cual implica un gasto exorbitante. Ah, y algo más: el acuerdo lleva la firma de Hernán Lombardi, ministro de cultura de la ciudad.


Pasadas las 18, el acta circunstanciada dictaminó: “…el vaciamiento cultural es una política de gobierno deliberada y constante. En defensa de la historia cultural de la Ciudad de Buenos Aires, y de quienes labran la presente acta, se procede a la clausura inmediata y preventiva del local, nombre de fantasía: Ministerio de Cultura de la Ciudad.” Aplausos, ovación y colocación de la correspondiente faja. El acta cerró: “Hasta tanto no exhiba la HABILITACIÓN SOCIAL correspondiente, queda clausurado el ministerio. Será, mientras tanto, el presente colectivo el encargado de dar cumplimiento de la política cultural que la ciudad merece.”  Y la fiesta siguió.


San Nicolás Social y Cultural
gmail.com

sábado, 28 de julio de 2012

Presentaciones y por menores



Mi nombre es Catalina, tengo 25 años, soy docente de secundario, y actualmente formándome como futura investigadora. Me apasiona la historia como herramienta de cambio, creo en la bondad y potencialidad del ser humano. No puedo explicar los males del mundo, pero me perturban, y en tanto ser social creo que los hombres construyen, destruyen y reconstruyen en tanto pueden actuar como grupo, en cuando toman conciencia y establecen lazos.

Nací, crecí, vivo y trabajo en José C. Paz, uno de los partidos más empobrecidos del conurbano bonaerense. Tuve y tengo posibilidades educativas que muchos de mis contemporáneos no tienen y trabajo día a día con esfuerzo para que esas diferencias se reduzcan. El aula es mi trinchera favorita, me divierte etiquetarme un día de “marxista” otro de “kirchnerista” y otro de “anticapitalista” sólo para molestar a mis alumnos y que se esfuercen por entender y adquirir saberes con los que puedan confrontarme, generando debates que creo potencian la agencia adolescente y les permiten mirar el mundo desde un prisma, ampliando ese mundo que a veces se reduce a lo que tienen y lo que creen nunca podrán tener.

Soy vegetariana, hija de la violencia patriarcal, feminista por ende, psicoanalizada, histriónica, temperamental, sanguínea, sincera, hermana de todos, humana. Todos los días descubro etiquetes nuevas que se reformulan o se especifican, las odio a todas por igual. Las etiquetas nos separan antes de permitirnos conocernos. Es la idea capitalista del cliché y el anti cliché, de ser especiales a partir de la diferencia y del no permitirse ser igual al otro, el divide y reinarás.

Tuve un abuelo, que se fue muy rápido, que decía no saber de dónde eran sus padres. Soy hija de él: cantor de tango, peronista, autodidacta, biblioteca inmensa.  Mi abuelo parió hijos que tiraron a la basura sus libros, yo me quedé con uno y me considero hija de él, por decisión.

Soy Argentina, soy latinoamericana, soy mujer, soy negrita y de provincia, soy todas esas cosas juntas, igual a un montón, en la misma que muchos, buscando permanentemente compañeros de lucha, temiendo llegar a los 30 porque dicen que… por suerte muchos miles me demuestran lo contrario.



(fan de spinetta, de cortazar, lloro con los libros de historia, adoro ser alumna, juego a ser fotógrafa, amo a mis amigos, mascotas vivas y muertas, y tengo el novio más perfecto para mi. Quiero ser un buen legado algún día, y que cuando me muera la gente baile kusturica y tome fernet con coca)



Lo mejor, lo menos malo.

Leyendo el extracto del cuento de la publicación anterior "El jardín de los senderos" me topé con la siguiente frase "Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora" y automáticamente me conectó con una reflexión que tengo hace meses sobre una pregunta de una alumna mía frente a mi declaración "Yo voté a Cristina", su pregunta seguida de su cara de asombro/disgusto fue "¿La votaste porque para vos es la mejor opción o porque es lo menos malo?" en el momento respondí sin dudar "La voté porque es lo mejor".
Ese mismo día horas después reflexioné sobre la pregunta y llegué a la conclusión de que si bien la pregunta plantea 2 opciones, en realidad está hablando de lo mismo, lo menos malo es la mejor opción. Puede ser para muchos algo claro pero para mí fue una revelación. Estoy acostumbrado a que me bombardeen con ideas y reflexiones ya masticadas y preguntas como la que describí con una intencionalidad ya puesta. Pero por un momento frene ese envión rutinario y pensé bien las palabras que habían sido utilizadas.
La frase del libro me impactó por la sencillez de una verdad tan directa y como las palabras pueden ser leídas y pensadas para dar ubicación a nuestros pensamientos.
Vamos a seguir luchando para que todo el mundo vea que esta mejor opción sigue siendo lo menos malo que podemos armar.

Pablo.

El tiempo ahora




Así como Borges nos presenta en su cuento “El jardín de los senderos que se bifurcan” a un antepasado que no creía en un tiempo uniforme o absoluto, sino en diferentes formas de tiempo que se traducen en pasados paralelos y presentes divergentes , los participantes de este blog creemos que como sujetos históricos, a nuestro modo no homogéneo, tenemos en las manos la posibilidad de formar memorias del presente que vivimos, contar nuestras experiencias o puntos de vista para contribuir a que el futuro tenga menos vías muertas, menos presentes pasados sin tener en cuenta.

Contar historias es también construir memoria. La memoria, como explica mejor W. Benjamin, salta, fragmenta y monta, genera una imagen de un espacio-tiempo, y las múltiples posibilidades que tiene el presente se sintetizan en una lucha de poder para construir una historia que atraviese el futuro que día a día vivimos como presente. Bajo la propuesta de este espacio de diálogo pretendemos generar un intento de futuro convergente, que a diferencia de lo que actualmente podemos observar en los grandes medios de comunicación oligopólicos como un un intento de dividir al colectivo social, nosotros al igual que muchos otros lejanos al poder económico, creemos en un futuro más equitativo y justo, donde además de ser una sociedad de derecho podamos serlo de justicia social. Y, aunque el término que utilizo sea más bien una consideración personal, construir una “trinchera” más contra la cultura hegemónica excluyente que cimenta una identidad a partir de lo que se supone “debemos ser” y no de lo que somos, borrando todo vestigio de particularidad.

La pretensión, quizás utópica,  es intervenir en el mundo y en este momento, en tocar la fibra del nervio revolucionario que está latente en cada uno de nosotros, en maximizar las potencialidades que emergen del ser humano, del amor al otro, de la amistad. Acá, hoy, nuestras armas son nuestras experiencias, que son  tanto convicciones como puntos de vista… que como un prisma se plasman de diversas formas y colores.





"Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador"

(Proverbio Africano)


El jardín de los senderos que se bifurcan


Ficciones
Jorge Luis Borges


En la página 22 de la Historia de la Guerra Europea, de Liddell Hart, se lee que una
ofensiva de trece divisiones británicas (apoyadas por mil cuatrocientas piezas de artillería)
contra la línea SerreMontauban había sido planeada para el veinticuatro de julio de 1916 y
debió postergarse hasta la mañana del día veintinueve. Las lluvias torrenciales (anota el
capitán Liddell Hart) provocaron esa demora -nada significativa, por cierto-. La siguiente
declaración, dictada, releída y firmada por el doctor Yu Tsun, antiguo catedrático de inglés
en la Hochschule de Tsingtao, arroja una insospechada luz sobre el caso. Faltan las dos
páginas iniciales.
«... y colgué el tubo. Inmediatamente después, reconocí la voz que había contestado en
alemán. Era la del capitán Richard Madden. Madden, en el departamento de Viktor
Runeberg, quería decir el fin de nuestros afanes y -pero eso parecía muy secundario, o
debía parecérmelo- también de nuestras vidas. Quería decir que Runeberg había sido
arrestado o asesinado.1 Antes que declinara el sol de ese día, yo correría la misma suerte.
Madden era implacable. Mejor dicho, estaba obligado a ser implacable. Irlandés a las
órdenes de Inglaterra, hombre acusado de tibieza y tal vez de traición ¿cómo no iba a
abrazar y agradecer este milagroso favor: el descubrimiento, la captura, quizá la, muerte,
de dos agentes del Imperio alemán? Subí a mi cuarto; absurdamente cerré la puerta con
llave y me tiré de espaldas en la estrecha cama de hierro. En la ventana estaban los
tejados de siempre y el sol nublado de las seis. Me pareció increíble que ese día sin
premoniciones ni símbolos fuera el de mi muerte implacable. A pesar de mi padre muerto,
a pesar de haber sido un niño en un simétrico jardín de Ha¡ Feng ¿yo, ahora, iba a morir?
Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente
ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres
en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí... El casi
intolerable recuerdo del rostro acaballado de Madden abolió esas divagaciones. En mitad
de mi odio y de mi terror (ahora no me importa hablar de terror: ahora que he burlado a
Richard Madden, ahora que mi garganta anhela la cuerda) Pênsé que ese guerrero
tumultuoso y sin duda feliz no sospechaba que yo poseía el Secreto. El nombre del preciso
lugar del nuevo parque de artillería británico sobre el Ancre. Un pájaro rayó el cielo gris y
ciegamente lo traduje en un aeroplano y a ese aeroplano en muchos (en el cielo francés)
aniquilando el parque de artillería con bombas verticales. Si mi boca, antes que la
deshiciera un balazo, pudiera gritar ese nombre de modo que lo oyeran en Alemania... Mi
voz humana era muy pobre. ¿Cómo hacerla llegar al oído del Jefe? Al oído de aquel
hombre enfermo y odioso, que no sabía de Runeberg y de mí sino que estábamos en
Staffordshire y que en vano esperaba noticias nuestras en su árida oficina de Berlín,
examinando infinitamente periódicos... Dije en voz alta: «Debo huir». Me incorporé sin
ruido, en una inútil perfección de silencio, como si Madden ya estuviera acechándome.
Algo -tal vez la mera ostentación de probar que mis recursos eran nulos- me hizo revisar
mis bolsillos. Encontré lo que sabía que iba a encontrar: el reloj norteamericano, la
cadena de níquel y la moneda cuadrangular, el llavero con las comprometedoras llaves
inútiles del departamento de Runeberg, la libreta, una carta que resolví destruir
inmediatamente (y que no destruí), una corona, dos chelines y unos Pêniques, el lápiz
rojo-azul, el pañuelo, el revólver con una bala. Absurdamente lo empuñé y sopesé para
darme valor. Vagamente Pênsé que un pistoletazo puede oírse muy lejos. En diez minutos
mi plan estaba maduro. La guía telefónica me dio el nombre de la única persona capaz de
transmitir la noticia: vivía en un suburbio de Fenton, a menos de media hora de tren.
»Soy un hombre cobarde. Ahora lo digo, ahora que he llevado a término un plan que
nadie no calificará de arriesgado. Yo sé que fue terrible su ejecución. No lo hice por
Alemania, no. Nada me importa un país bárbaro, que me ha obligado a la abyección de
ser un espía. Además, yo sé de un hombre de Inglaterra -un hombre modesto- que para
mí no es menos que Goethe. Arriba de una hora no hablé con él, pero durante una hora
fue Goethe... Lo hice, porque yo sentía que el jefe temía un poco a los de mi raza -a los
innumerables antepasados que confluyen en mí-. Yo quería probarle que un amarillo podía
salvar a sus ejércitos. Además, yo debía huir del capitán. Sus manos y su voz podían
golpear en cualquier momento a mi puerta. Me vestí sin ruido, me dije adiós en el espejo,
bajé, escudriñé la calle tranquila y salí. La estación no distaba mucho de casa, pero
juzgué preferible tomar un coche. Argüí que así corría menos peligro de ser reconocido; el
hecho es que en la calle desierta me sentía visible y vulnerable, infinitamente. Recuerdo
que le dije al cochero que se detuviera un poco antes de la entrada central. Bajé con
lentitud voluntaria y casi Pênosa; iba a la aldea de Ashgrove, pero saqué un pasaje para
una estación más lejana. El tren salía dentro de muy pocos minutos, a las ocho y
cincuenta. Me apresuré; el próximo saldría a las nueve y media. No había casi nadie en el
andén. Recorrí los coches: recuerdo unos labradores, una enlutada, un joven que leía con
fervor los Anales de Tácito, un soldado herido y feliz. Los coches arrancaron al fin. Un
hombre que reconocí corrió en vano hasta el límite del andén. Era el capitán Richard
Madden. Aniquilado, trémulo, me encogí en la otra punta del sillón, lejos del temido
cristal.
»De esta aniquilación pasé a una felicidad casi abyecta. Me dije que ya estaba
empeñado mi duelo y que yo había ganado el primer asalto, al burlar, siquiera por
cuarenta minutos, siquiera por un favor del azar, el ataque de mi adversario. Argüí que
esa victoria mínima prefiguraba la victoria total. Argüí que no era mínima, ya que sin esa
diferencia preciosa que el horario de trenes me deparaba, yo estaría en la cárcel, o
muerto. Argüí (no menos sofísticamente) que mi felicidad cobarde probaba que yo era
hombre capaz de llevar a buen término la aventura. De esa debilidad saqué fuerzas que
no me abandonaron. Preveo que el hombre se resignará cada día a empresas más
atroces; pronto no habrá sino guerreros y bandoleros; les doy este consejo: "El ejecutor
de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir
que sea irrevocable como el pasado". Así procedí yo, mientras mis ojos de hombre ya
muerto registraban la fluencia de aquel día que era tal vez el último, y la difusión de la
noche. El tren corría con dulzura, entre fresnos. Se detuvo, casi en medio del campo.
Nadie gritó el nombre de la estación. "¿Ashgrove?", les pregunté a unos chicos en el
andén. "Ashgrove", contestaron. Bajé. »Una lámpara ilustraba el andén, pero las caras de
los niños quedaban en la zona de sombra. Uno me interrogó: "¿Usted va a. casa del
doctor Stephen Albert?" Sin aguardar contestación, otro dijo: "La casa queda lejos de
aquí, pero usted no se perderá si toma ese camino a la izquierda y en cada encrucijada
del camino dobla a la izquierda. Les arrojé una moneda (la última), bajé unos escalones
de piedra y entré en el solitario camino. Éste, lentamente, bajaba. Era de tierra elemental,
arriba se confundían las ramas, la luna baja y circular parecía acompañarme.
»Por un instante, Pênsé que Richard Madden había Pênetrado de algún modo mi
desesperado propósito. Muy pronto comprendí que eso era imposible. El consejo de
siempre doblar a la izquierda me recordó que tal era el procedimiento común para
descubrir el patio central de ciertos laberintos. Algo entiendo de laberintos; no en vano
soy bisnieto de aquel Ts'ui Pên, que fue gobernador de Yunnan y que renunció al poder
temporal para escribir una novela que fuera todavía más populosa que el Hung Lu Meng y
para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres. Trece años dedicó a
esas heterogéneas fatigas, pero la mano de un forastero lo asesinó y su novela era
insensata y nadie encontró el laberinto. Bajo los árboles ingleses medité en ese laberinto
perdido: lo imaginé inviolado y perfecto en la cumbre secreta de una montaña, lo imaginé
borrado por arrozales o debajo del agua, lo imaginé infinito, no ya de quioscos ochavados
y de sendas que vuelven, sino de ríos y provincias y reinos... Pênsé en un laberinto de
laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que
implicara de algún modo los astros. Absorto en esas ilusorias imágenes, olvidé mi destino
de perseguido. Me sentí, por un tiempo indeterminado, percibidor abstracto del mundo. El
vago y vivo campo, la luna, los restos de la tarde, obraron en mí; asimismo el declive que
eliminaba cualquier posibilidad de cansancio. La tarde era íntima, infinita. El camino
bajaba y se bifurcaba, entre las ya confusas praderas. Una música aguda y como silábica
se aproximaba y se alejaba en el vaivén del viento, empañada de hojas y de distancia.
Pênsé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros
hombres, pero no de un país; no de luciérnagas, palabras, jardines, cursos de agua,
ponientes. Llegué, así, a un alto portón herrumbrado. Entre las rejas descifré una alameda
y una especie de pabellón. Comprendí, de pronto, dos cosas, la primera trivial, la segunda
casi increíble: la música venía del pabellón, la música era china. Por eso, yo la había
aceptado con plenitud, sin prestarle atención. No recuerdo si había una campana o un
timbre o si llamé golpeando las manos. El chisporroteo de la música prosiguió.
»Pero del fondo de la íntima casa un farol se acercaba: un farol que rayaban y a ratos
anulaban los troncos, un farol de papel, que tenía la forma de los tambores y el color de la
luna. Lo traía un hombre alto. No vi su rostro, porque me cegaba la luz. Abrió el portón y
dijo lentamente en mi idioma:
»-Veo que el piadoso Hsi Pêng se empeña en corregir mi soledad. ¿Usted sin duda
querrá ver el jardín?
Reconocí el nombre de uno de nuestros cónsules y repetí desconcertado:
»-¿El jardín?
»-El jardín de senderos que se bifurcan.
»Algo se agitó en mi recuerdo y pronuncié con incomprensible seguridad:
»-El jardín de mi antepasado Ts'ui Pén.
»-¿Su antepasado? ¿Su ilustre antepasado? Adelante.
»El húmedo sendero zigzagueaba como los de mi infancia. Llegamos a una biblioteca de
libros orientales y occidentales. Reconocí, encuadernados en seda amarilla, algunos tomos
manuscritos de la Enciclopedia Perdida que dirigió el Tercer Emperador de la Dinastía
Luminosa y que no se dio nunca a la imprenta. El disco del gramófono giraba junto a un
fénix de bronce. Recuerdo también un jarrón de la familia rosa y otro, anterior de muchos
siglos, de ese color azul que nuestros artífices copiaron de los alfareros de Persia...
» Stephen Albert me observaba, sonriente. Era (ya lo dije) muy alto, de rasgos
afilados, de ojos grises y barba gris. Algo de sacerdote había en él y también de marino;
después me refirió que había sido misionero en Tientsin "antes de aspirar a sinólogo".
»Nos sentamos; yo en un largo y bajo diván; él de espaldas a la ventana y a un alto
reloj circular. Computé que antes de una hora no llegaría mi perseguidor, Richard
Madden. Mi determinación irrevocable podía esperar.
»-Asombroso destino el de Ts'ui Pên -dijo Stephen Albert-. Gobernador de su provincia
natal, docto en astronomía, en astrología y en la interpretación infatigable de los libros
canónicos, ajedrecista, famoso poeta y calígrafo: todo lo abandonó para componer un
libro y un laberinto. Renunció a los placeres de la opresión, de la justicia, del numeroso
lecho, de los banquetes y aun de la erudición, y se enclaustró durante trece años en el
Pabellón de la Límpida Soledad. A su muerte, los herederos no encontraron sino
manuscritos caóticos. La familia, como usted acaso no ignora, quiso adjudicarlos al fuego;
pero su albacea (un monje taoísta o budista) insistió en la publicación.
»-Los de la sangre de Ts'ui Pên -repliqué- seguimos execrando a ese monje. Esa
publicación fue insensata. El libro es un acervo indeciso de borradores contradictorios. Lo
he examinado alguna vez: en el tercer capítulo muere el héroe, en el cuarto está vivo. En
cuanto a la otra empresa de Ts'ui Pên, a su Laberinto...
»-Aquí está el Laberinto -dijo indicándome un alto escritorio laqueado.
»-¡Un laberinto de marfil! -exclamé-. Un laberinto mínimo...
»-Un laberinto de símbolos -corrigió-. Un invisible laberinto de tiempo. A mí, bárbaro
inglés, me ha sido deparado revelar ese misterio diáfano. Al cabo de más de cien años, los
pormenores son irrecuperables, pero no es difícil conjeturar lo que sucedió. Ts'ui Pên diría
una vez: "Me retiro a escribir un libro". Y otra: "Me retiro a construir un laberinto". Todos
imaginaron dos obras; nadie Pensó que libro y laberinto eran un solo objeto. El Pabellón
de la Límpida Soledad se erguía en el centro de un jardín tal vez intrincado; el hecho
puede haber sugerido a los hombres un laberinto físico. Ts’ui Pênmurió; nadie, en las
dilatadas tierras que fueron suyas, dio con el laberinto; la confusión de la novela me
sugirió que ése era el laberinto. Dos circunstancias me dieron la recta solución del
problema. Una: la curiosa leyenda de que Ts’ui Pên se había propuesto un laberinto que
fuera estrictamente infinito. Otra: un fragmento de una carta que descubrí.
» Albert se levantó. Me dio, por unos instantes, la espalda; abrió un cajón del áureo y
renegrido escritorio. Volvió con un papel antes carmesí; ahora rosado y tenue y
cuadriculado. Era justo el renombre caligráfico de Ts'ui Pên. Leí con incomprensión y
fervor estas palabras que con minucioso pincel redactó un hombre de mi sangre: "Dejo a
los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan". Devolví en
silencio la hoja. Albert prosiguió:
»-Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede
ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un
volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar
indefinidamente. Recordé también esa noche que está en el centro de Las mil y una
noches, cuando la reina Shahrazad (por una mágica distracción del copista) se pone a
referir textualmente la historia de Las mil y una noches, con riesgo de llegar otra vez a la
noche en que la refiere, y así hasta lo infinito. Imaginé también una obra platónica,
hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada nuevo individuo agregara un
capítulo o corrigiera con piadoso cuidado la página de los mayores. Esas conjeturas me
distrajeron; pero ninguna parecía corresponder, siquiera de un modo remoto, a los
contradictorios capítulos de Ts'ui Pên. En esa perplejidad, me remitieron de Oxford el
manuscrito que usted ha examinado. Me detuve, como es natural, en la frase: "Dejo a los
varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan". Casi en el acto
comprendí; El jardín de senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase "varios
porvenires (no a todos)" me sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el
espacio. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada
vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las
otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta -simultáneamente- por todas. Crea, así,
diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las
contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su
puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede
matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden
morir, etcétera. En la obra de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el
punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto
convergen: por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles
usted es mi enemigo, en otro mi amigo. Si se resigna usted a mi pronunciación incurable,
leeremos unas páginas.
»Su rostro, en el vívido círculo de la lámpara, era sin duda el de un anciano, pero con
algo inquebrantable y aun inmortal. Leyó con lenta precisión dos redacciones de un mismo
capítulo épico. En la primera, un ejército marcha hacia una batalla a través de una
montaña desierta; el horror de las piedras y de la sombra le hace menospreciar la vida y
logra con facilidad la victoria; en la segunda, el mismo ejército atraviesa un palacio en el
que hay una fiesta; la resplandeciente batalla les parece una continuación de la fiesta y
logran la victoria. Yo oía con decente veneración esas viejas ficciones, acaso menos
admirables que el hecho de que las hubiera ideado mi sangre y de que un hombre de un
imperio remoto me las restituyera, en el curso de una desesperada aventura, en una isla
occidental.
Recuerdo las palabras finales, repetidas en cada redacción como un mandamiento
secreto: "Así combatieron los héroes, tranquilo el admirable corazón, violenta la espada,
resignados a matar y a morir".
»Desde ese instante, sentí a mi alrededor y en mi oscuro cuerpo una invisible,
intangible pululación. No la pululación de los divergentes, paralelos y finalmente
coalescentes ejércitos, sino una agitación más inaccesible, más intima y que ellos de
algún modo prefiguraban. Stephen Albert prosiguió:
»-No creo que su ilustre antepasado jugara ociosamente a las variaciones. No juzgo
verosímil que sacrificara trece años a la infinita ejecución de un experimento retórico. En
su país, la novela es un género subalterno; en aquel tiempo era un género despreciable.
Ts’ui Pên fue un novelista genial, pero también fue un hombre de letras que sin duda no
se consideró un mero novelista. El testimonio de sus contemporáneos proclamaba -y
harto lo confirma su vida- sus aficiones metafísicas, místicas. La controversia filosófica
usurpa buena parte de su novela. Sé que de todos los problemas, ninguno lo inquietó y lo
trabajó como el abismal problema del tiempo. Ahora bien, ése es el único problema que
no figura en las páginas del Jardín. Ni siquiera usa la palabra que quiere decir tiempo.
¿Cómo se explica usted esa voluntaria omisión?
»Propuse varias soluciones; todas, insuficientes. Las discutimos; al fin, Stepheri Albert
me dijo:
»-En una adivinanza cuyo tema es el ajedrez ¿cuál es la única palabra prohibida?
»Reflexioné un momento y repuse:
»-La palabra ajedrez.
»-Precisamente -dijo Albert-, El jardín de senderos que se bifurcan es una enorme
adivinanza, o parábola, cuyo tema es el tiempo; esa causa recóndita le prohíbe la
mención de su nombre. Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a
perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla. Es el modo tortuoso que
prefirió, en cada uno de los meandros de su infatigable novela, el oblicuo Ts'ui Pên. He
confrontado centenares de manuscritos, he corregido los errores que la negligencia de los
copistas ha introducido, he conjeturado el plan de ese caos, he restablecido, he creído
restablecer el orden primordial, he traducido la obra entera: me consta que no emplea
una sola vez la palabra tiempo. La explicación es obvia: El jardín de senderos que se
bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui
Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo
uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa
de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se
aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las
posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no
yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara,
usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado
muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
»-En todos -articulé no sin un temblor- yo agradezco y venero su recreación del jardín
de Ts'ui Pên.
»-No en todos -murmuró con una sonrisa-. El tiempo se bifurca perpetuamente hacia
innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo.
»Volví a sentir esa pululación de que hablé. Me pareció que el húmedo jardín que
rodeaba la casa estaba saturado hasta lo infinito de invisibles personas. Esas personas
eran Albert y yo, secretos, atareados y multiformes en otras dimensiones de tiempo. Alcé
los ojos y la tenue pesadilla se disipó. En el amarillo y negro jardín había un solo hombre;
pero ese hombre era fuerte como una estatua, pero ese hombre avanzaba por el sendero
y era el capitán Richard Madden.
»-El porvenir ya existe -respondí-, pero yo soy su amigo. ¿Puedo examinar de nuevo la
carta?
»Albert se levantó. Alto, abrió el cajón del alto escritorio; me dio por un momento la
espalda. Yo había preparado el revólver. Disparé con sumo cuidado: Albert se desplomó
sin una queja, inmediatamente. Yo juro que su muerte fue instantánea: una fulminación.
» Lo demás es irreal, insignificante. Madden irrumpió, me arrestó. He sido condenado a la
horca. Abominablemente he vencido: he comunicado a Berlín el secreto nombre de la
ciudad que deben atacar. Ayer la bombardearon; lo leí en los mismos periódicos que
propusieron a Inglaterra el enigma de que el sabio sinólogo Stephen Albert muriera
asesinado por un desconocido, Yá Tsun. El jefe ha descifrado ese enigma. Sabe que mi
problema era indicar (a través del estrépito de la guerra) la ciudad que se llama Albert y
que no hallé otro medio que matar a una persona de ese nombre. No sabe (nadie puede
saber) mi innumerable contrición y cansancio.»

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  • Las notas resaltadas en negrita fueron arbitrariamente consideradas por quién publica aquí este cuento maravilloso que espera no hacer, a la larga y con la explicación que sigue, que el autor se revuelque en su tumba.